Ready Player One (2018)
Steven Spielberg vuelve a la ciencia ficción en una historia que homenajea a la cultura pop de los 80, esa a la que el propio director ayudo a dar forma. El temor principal con esta adaptación de un recientemente aclamado libro, era que el cineasta podría estar oxidado para este tipo de historias ya que hace tiempo que no se prodiga en una película de género, centrado sobre todo en los dramas.
Pero finalmente, “Ready Player One” es un triunfo de la nostalgia en toda regla, con múltiples referencias para los más frikis, aunque las justas para que la historia funcione y no saturar la peli más de lo necesario. Porque otro de los peligros que corría la cinta era convertirse en un festival descontrolado de referencias y que eso fuese su único valor. Las referencias simplemente están ahí para quienes puedan encontrarlas y disfrutarlas, además de las estrictamente necesarias para la trama, que son explicadas y recalcadas, quizás en exceso, para integrarlas a la perfección en la historia. Puede que alguno eche de menos algo en concreto, a mí me pasa, pero es que de ese modo debería haber una “Ready Player One” para cada espectador. Con toda esta excéntrica mezcolanza de estéticas, el riesgo de parecer una sobredosis de alucinógenos se salva gracias a la coherencia que le da la ambientación de videojuego.
Quitando detalles concretos y vista desde la distancia, la principal sensación que nos trae “Ready Player One” es la de estar viviendo una gran aventura de antaño. La película rememora al género de aventuras del que el propio rey Midas de Hollywood fue principal precursor. Y por lo que se comprueba, vuelve a él con más fuerza que nunca, yendo más allá de los poco emocionantes homenajes de J.J. Abrams o los hermanos Duffer, por nombrar solo algunos de los que en los últimos tiempos se han atrevido a retomar la vieja formula. Los protagonistas son personajes potentes que conectan con el espectador, que viven la aventura de su vida y se enfrentan a algo mucho más grande que ellos, elevando la emoción en cada acto a un ritmo medido a la perfección. El resultado, un divertimento sublime.
Tras el macrohomenaje, en la historia subyacen reflexiones sobre un buen montón de temas tecnológicos de plena actualidad, como la soledad en la era de la comunicación, la identidad en las redes sociales, el valor de los bienes virtuales, el poder de las macrocorporaciones tecnológicas… Aunque no se preocupen, la película no es muy sesuda y la mayoría de ellos simplemente están ahí y no intentan llevar mucho muy allá sus conclusiones morales, ni restar importancia a la aventura.
Spielberg no ha decepcionado, ha vuelto al género de aventuras futuristas en su mejor versión. El veterano director de joyas del séptimo arte ya se puede morir tranquilo, nos ha hecho volver a sentir sensaciones que parecían exclusivas de nuestra infancia.
Director: Steven Spielberg Guión: Ernest Cline, Zak Penn Música: Alan Silvestri Fotografía: Janusz Kaminski Intérpretes: Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn, Mark Rylance, Simon Pegg, T.J. Miller, Hannah John-Kamen, Win Morisaki, Philip Zhao, Julia Nickson, Kae Alexander, Lena Waithe, Ralph Ineson, David Barrera, Michael Wildman, Lynne Wilmot, Carter Hastings, Daniel Eghan
Estados Unidos | 2018 | 140 minutos | Acción | Aventuras | Ciencia ficción | Distopía | Internet y Informática |