Myst (1993)
A finales de lo 80, los hermanos Robyn y Rand Miller se dedicaban a hacer libros infantiles interactivos con la herramienta HyperCard, lo puede entenderse como poco más que presentaciones interactivas al estilo power point. Si ya desde entonces empezaron a explorar el flamante formato del CD-ROM, convirtiéndose en pioneros su uso para reproducir juegos de ordenador, terminaron considerando indispensable su uso cuando llegaron a un acuerdo con los nipones Sunsoft para crear un juego más adulto destinado a la nueva generación de consolas con lectores de CD incorporados. El resultado fue “Myst”, que se lanzó incluso antes para Mac y Windows, formatos de los cuales los japoneses se arrepentirían de haber rechazado su distribución. La razón es que, aunque en su momento parte de la crítica no lo vio con buenos ojos, el título explotó en ventas. Un éxito mitificado con los años hasta el punto de que es habitualmente considerado el software que logró catapultar las ventas de unidades lecturas de CD-ROM en ordenadores.
“Myst” es una aventura gráfica point and click en primera persona, hecha a base de escenarios prerenderizados, es decir, una especie de escape room en el que interactuamos con imágenes mayormente estáticas. Nuestro cometido en él es explorar el entorno para encontrar pistas y así revolver los enigmas que se nos presentan. Así que este es el típico juego en que debemos ir tomando notas en una libreta. Una aventura gráfica, por cierto, en la que se usan muy poquitos objetos. Todo está enfocado principalmente a activar y desactivar artefactos, y buscar señales y patrones en los escenarios. Escenarios con los que se interactúa, no simplemente moviendo objetos de lugar. Se vuelve habitual en el título que se juegue con la apertura y cierre de caminos por ejemplo.
Cualquiera de las pantallas semi estáticas de “Myst” eran algo impresionante por aquel entonces. Más allá de las típicas enciclopedias interactivas, este juego desplegaba como ninguno antes el poder del multimedia, que junto a las 3D, fue la otra revolución de los 90. “Myst” contaba con voces, músicas y sonidos de calidad CD, imágenes con muy coloridas, y vídeos que terminaban por dejarnos con la boca abierta. Es más, el juego incluía su propio “making of” en vídeo, eso sí, de poco más de 10 minutos.
Punteros en su época, es verdad que hoy día la calidad gráfica y sonora con la que contaba el lanzamiento original de “Myst” deja mucho que desear. Pero es que usar una tecnología puntera como era el CD-ROM, y su, por entonces, casi ilimitado almacenamiento de 650 MB, no implicó que directamente se convirtiera en un logro técnico. Sus responsables se encontraron con serias limitaciones al querer hacer compatible el juego con los lectores de CD de una sola velocidad, lo que implicaba un acceso a datos de unos ínfimos 150KB por segundo. Para conseguir que el jugador pudiera moverse rápidamente de pantalla en pantalla, tuvieron que reducir cada imagen prerenderizada del escenario a alrededor de solo 80KB, bajando su cantidad de colores a solo 256. Otra solución que pusieron en práctica fue agrupar las imágenes y datos de escenarios cercanos en sectores adyacentes del disco, lo que desembocó en que el mundo del juego esté estructurado de una forma ramificada. Desde una isla central accederemos a las diferentes “Eras” en las que se divide el juego, de las cuales solo podremos volver tras resolver los puzzles que encontremos ahí.
De este modo, creo que también se conseguía acotar al jugador en áreas más pequeñas, y que así resultará más fácil encontrar soluciones a los puzzles allí se hallan. Y es que la idea era hacer un juego para personas más adultas, y que probablemente estaban menos familiarizadas con los videojuegos. De ahí que los puzzles sean tan accesibles, todos pueden resolverse explotando y observando. Todos los puzzles de “Myst” son lógicos. Todo eso hace que hoy día sea un juego muy jugable y prácticamente exento de frustración, a diferencia de otras aventuras gráficas de la época. Como explican en el manual de instrucciones, no es necesario andar probando a clickar en todo el escenario, es mucho más útil simplemente analizar el escenario y pensar qué puede ser necesario para avanzar. Además de accesibles y lógicos, los puzzles aquí no se han añadido de forma arbitraria. Por contra, están integrados en el mundo del juego.
En ese sentido, es curioso que para ser uno de los primeros juegos de este estilo, y el arduo trabajo que implicaba crear cada escenario, no todo lo interactivo que encontramos en ellos es parte de un puzzle, si no que existen muchos detalles puramente estéticos. También me ha llamado la atención como el juego desafía a los jugadores belicistas dejando armas durante el juego con las que no se puede interactuar. La cuestión es que estos son detalles que enriquecen el mundo del juego y su extraordinaria ambientación, nunca vista hasta entonces.
“Myst” conseguía transportarnos. Para empezar, porque en el juego no interpretamos a un personaje, no se nos explica nada sobre él ni llegamos a verlo. En realidad podemos considerar que es el jugador mismo el que aparece en el mundo de “Myst” para descubrir sus misterios. Para continuar, hay que destacar una interfaz casi completamente transparente e intuitiva. Con la única indicación del cursor, solo el movimiento del ratón y pulsar su botón izquierdo nos permitirá hacer todas las acciones necesarias sobre unos escenarios que veremos limpiamente y sobre los que actuaremos directamente. A partir de ahí, su música, sonidos y los gráficos hacen el resto de la magia parra llevarnos a su mundo.
Con el paso del tiempo, esta lograda ambientación se sigue sintiendo, aunque obviamente más diluida. Más aun en esta primera versión, que hoy día puede verse rudimentaria por el uso de una paleta de colores tan limitada, o la poca calidad sonora y de los videos. Las décadas que han pasado han dejado esta como una versión vetusta técnicamente, pero eso sí, perfectamente disfrutable.
Sin embargo, para mí el aspecto que peor ha envejecido es su argumento. No solo porque esos vídeos de imagen real tengan un acabado cutre. “Myst” intenta implicar al jugador en una historia de decisiones morales en la que se nota la nula experiencia como guionistas que tenían este par de desarrolladores de videojuegos. El resultado es un argumento que hoy día puede verse como inocente, torpe, o improvisado.
En cualquier caso, creo que no entorpece a esa ambientación, que considero el gran logro del juego, y el secreto de su éxito. “Myst” te transporta a otro mundo como ningún otro juego lo había hecho antes. De este modo se convirtió en uno de los primeros videojuegos que supo sacar verdadero partido a las novedosas posibilidades multimedia. Aun hoy día, 30 años después, la isla de los misterios a la que dieron forma unos pioneros hermanos Miller, sigue dando juego. Sus puzzles y enigmas están ahí para ser disfrutados por nuevos jugadores, en nuevas o viejas versiones.
Desarrollador: Cyan Guión: Ryan Miller Música: Robyn Miller Intérpretes: Rand Miller, Robyn C. Miller
Estados Unidos | 1993 | Videojuego | Aventura | Puzzle | Aventura gráfica | Vista en primera persona | Gráficos 2D | Fondos presenderizados | Retro |