Demon's Crest (1994)

Demon's Crest (1994)

Muchos consideramos la saga “Ghosts'n Goblins” como poco prolífera, dado su éxito en su momento, sin recordar que contó con un par spin-offs en Game Boy protagonizados por Firebrand, la dichosa gárgola que nos lo hacía pasar mal cuando controlábamos a Sir Arthur. Gárgola que repetiría protagonismo en este posterior “Demon's Crest”, habitualmente nombrado como joya oculta del catálogo de Super Nintendo.

El juego sin embargo poco tiene que ver con los “GnG”, más allá de estar ambientado en el mismo mundo tétrico. Puede que estemos ante un plataformas de acción en scroll lateral, pero además de ser mucho más asequible, este “Demon's Crest” se aleja del desarrollo arcade. Por contra, este no es el típico título que te acabas en una sentada. De esta forma, en lugar de guardar partida, tendremos unos prácticos passwords que nos permitirán retomar el juego donde lo dejamos. La cuestión es que lo que encontramos tiene evidentes toques de un juego tipo Metroid. Pero aunque se vean elementos típicos del género, no termina de abrazarlo como los grandes referentes.

En “Demon's Crest” tendremos un gran mapa central recreado con el famoso modo gráfico 7 de la consola. Por él podremos movernos con libertad, para acceder a los 7 niveles que iremos desbloqueando, y que se desarrollan como un clásico plataformas de acción, con casi total linealidad. Es decir, no existen niveles interconectados, ni eso de volver atrás. Los niveles los empezaremos en un punto y lo acabaremos en otro, así de simple, con poquito margen para la exploración. Las pinceladas de Metroid llegan cuando consigamos nuevas habilidades que nos permitirán, repitiendo niveles, tomar caminos alternativos en ellos, y llegar a otros finales.

Esas habilidades serán los 5 emblemas que podremos activar y nos convertirán en una gárgola muy distinta, lo que nos obligará a cambiar nuestra forma de jugar. Existen otros 2 emblemas más, pero los menciono aparte porque realmente no aportan habilidades nuevas sino que las combinan. Por oro lado, el orden en el que conseguimos esos emblemas puede cambiar de partida a partida, lo que puede hacer que la dificultad del juego vaya dando tumbos.

Con esta idea, el juego consigue que repitamos sus pocas fases en varias ocasiones, sacándoles bastante partido. Además, pese a que son pocas, en ellas veremos una gran variedad de ambientes y enemigos, entre los que existe un buen surtido de jefes de final y mitad de fase. Desgraciadamente, casi todos ellos cuentan con rutinas de ataques muy básicas, por lo que no son especialmente memorables más allá de su aspecto gráfico. Encontraremos varias excepciones, como por ejemplo los jefes finales del juego, que además suben la dificultad desmesuradamente.

En el tema técnico, pese a que el juego sufre de vez en cuando de unas ralentizaciones que dan miedo, en general el nivel gráfico es muy muy alto, sacando máximo partido de la consola desde muy al principio, me refiero a ese monstruoso dragón que ocupa casi toda la pantalla. Durante el juego veremos repartidas otras sorpresas que dan buena cuenta del poder gráfico de la consola, ya en un juego que fue lanzado cuando la consola llevaba unos añitos en el mercado.

Esto permite dar vida a un mundo de juego que sobrecogía en los 90, con un magnifico pixel art en escenarios y enemigos, incluso para los estándares actuales. Cosa que por desgracia no podemos decir a nivel jugable. “Demon's Crest” es un acercamiento a un subgénero ciertamente más complejo que el habitual de aquellos años, pero que se queda a medias por esa excesiva linealidad dentro de las fases. Por esto mismo, con el paso del tiempo el juego ha ido pasando al olvido. A día de hoy lo entiendo como un olvidado proto-metroidvania al que le faltó poco para ser inmortal.

Desarrollador: Capcom Música: Toshihiko Horiyama

JapónJapón | 1994 | Videojuego |